Tuve un sueño semi lúcido en el que estaba en un departamento donde viví 15 años y me daba cuenta que podía controlar la historia; así que me dije a mí mismo “flota” y comencé a elevarme. Recorrí en el aire varias habitaciones, pero no logré salir por la ventana… No recuerdo si me desperté o cambié a otro escenario onírico, el hecho es que esa levitación fue interrumpida, como son interrumpidos algunos sueños que desearíamos eternos. A veces basta el canto de los pájaros, el ladrido de un perro o un rayo de luz para interrumpir el sueño. ¿Y si fuera imposible despertar? Perdernos, lúcidamente, en esa segunda vida como la llamó Gérard de Nerval. Stop the cuetes!