Descubrí a Low hace unos 20 años por una versión ultra lenta de “Transmission”, una de las canciones más energéticas de Joy Division. El primer disco que adquirí del trío fue Long Division (1995) y caí rendido a las armonías vocales de Mimi Parker y Alan Sparhawk y a frases como “Lent you my favorite dictionary, came back with ripped out pages…” Desde entonces he coleccionado discos, viniles (como este que me regaló mi hermano), algún dvd y hasta entrevisté un par de veces a Alan. Presumo que somos hermanos de sudor, pues en 2011 nos abrazamos después de entregar un anillo de compromiso arriba del escenario en un concierto en Berlín.

El trío –convertido en dúo para su nuevo disco Hey What (usé la portada para el collage de este post)– continua su inmersión en la distorsión tras su obra maestra de 2018, Double Negative. Como lo dice claramente una suerte de statement en su página de Bandcamp, con este álbum hallan “new ways to express the discord and delight of being alive.” Percusiones precisas y glaciales, pelusa eléctrica por doquier y melodías que evitan un naufragio inminente en una suerte de post post rock que nos recuerda, una vez más, we could live in hope.

Si Girondo dijo “hay que atravesar el África llorando”, Low sugiere que lo hagamos atravesando cualquier océano. Llorar, reír, jugar un partido de futbol americano sobre un iceberg a la deriva… Tomar de la mano a la amada y adentrarse en el fuego. Luz garantizada.

Arropemos el alma y escuchemos a Low para gritarles “hey” a dios y al diablo y mostrarles el dedo medio. Let’s turn off the gods, let’s turn on love.